POR FRANCISCO JAVIER RUIZ QUIRRÍN
URGE UNA COMUNICACIÓN UNIFORME… Y
CREÍBLE
HERMOSILLO.- UNO DE LOS grandes problemas que tenemos los
simples mortales es mantener o no la credibilidad en los voceros oficiales de
la pandemia.
De entrada, podemos decir que los
gobernadores están más cerca de la gente que el Gobierno de la República.
Luego entonces, habría qué confiar y
creer más en las y los mandatarios estatales que en los altos funcionarios de
la Federación.
Sin embargo, las cifras oficiales, las
políticas a seguir, los dineros, las declaraciones contundentes, las órdenes,
inclusive, vienen del centro. Y de un “centro” que hoy más que nunca luego de
más 30 años, está “centralizando” todo.
Hugo López Gatell siempre ha desconfiado
de las “pruebas rápidas” para detectar Coronavirus y tienen sus reservas en el
uso del “cubrebocas”. Él está convencido que con la “sana distancia” y lavarse
las manos, más confinarse en casa, es más que suficiente para prevenir los
contagios.
… Y todo el mundo recomienda el “cubrebocas”.
Pero sus predicciones respecto a los
tiempos del pico de contagios y sus pronósticos para iniciar el “aplanamiento
de la curva”, han fallado estrepitosamente.
Si a este descontrol le añadimos la
actitud del Presidente López Obrador, quien siempre ha subestimado la
enfermedad y que se da el lujo ahora de anunciar que a partir de la próxima
semana reiniciará su programa de giras al interior de la república, entonces
sus millones de seguidores buscan imitarle.
Gran parte del relajamiento en todos los
estados del país, han tenido como fuente la versión presidencial de que lo más
pronto posible “habrá que reintegrarse a las actividades productivas”.
Mientras tanto, excepción de la jefa de
gobierno de la ciudad de México –Claudia Sheinbaum, que hace lo que el jefe
directo le ordena diariamente desde palacio-, el resto de mandatarios estatales
piensa muy diferente y no están del todo de acuerdo con la actitud presidencial
y en ocasiones, del subsecretario López Gatell.
Claudia Pavlovich, de Sonora y 30 gobernadores
más, están convencidos de que el famoso “semáforo” para la autorización del
regreso a las actividades productivas, deberá operarse en las entidades y no
desde el centro.
Hace unas cuantas semanas, el Consejo
Nacional de Salubridad estableció que en lo sucesivo, la responsabilidad para
el control de acciones respecto al Covid 19 en el país, recaería en los
gobernadores.
Hace un par de días, la secretaria de
Gobernación, Olga Sánchez Cordero, anunció con dureza en una videoconferencia
con todos los mandatarios locales, que habría solo un semáforo y que éste sería
“federal”, porque el dejarle la decisión a cada Estado implicaría un desorden.
Ayer miércoles, la misma funcionaria
admitió que la decisión de regresar a las actividades económicas debe decidirse
en los estados. ¿Marcha atrás? Todo indica que sí y evidentemente, fue una
orden presidencial.
Pero Juan Pueblo, sobre todo aquel que
está pendiente de los anuncios oficiales, los disciplinados que han optado por
mantener un gran respeto por el Coronavirus, están más desorientados que antes.
En Sonora, particularmente, se ha
insistido en que vivimos el pico más alto de contagios en este final de mayo.
Por lo dicho por López Gatell, el confinamiento debería continuar hasta el mes
de agosto. Si esto fuese cierto, la desesperación, la ansiedad, la pérdida de
empleos y el cierre de cientos de empresas en la entidad, serían toda una
realidad.
Por eso, la Gobernadora Pavlovich y todo
el resto de Gobernadores, deberían preocuparse por rediseñar su estrategia de
comunicación, con el propósito esencial de que la población vuelva a confiar y
siga las recomendaciones y las órdenes.
Desde luego, eso incluye el ejemplo que
deben de dar a la gente los servidores públicos contagiados.
Si en Sonora, alguno de ellos (Pompa,
Célida, Valenzuela, Landeros, Ciracco, el presidente de la Junta de
Conciliación, Clausen y otros más) muestran a través de sus redes una actitud
ansiosa por salir a pesar de representar un riesgo, la credibilidad que busca
el Gobierno del Estado colapsará estrepitosamente y entonces, como miles de
sonorenses ya lo consideran estos días, perderán toda confianza y credibilidad
en la seriedad acerca del virus y su presencia en el Estado.
Las consecuencias dentro de quince días
no se dejarán esperar. Miles de contagios con el 8.5 por ciento de letalidad.
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